domingo, 23 de agosto de 2009



Aprecio más que nada mi vida interior, mi exquisito mundo privado, aquel que, aunque quisiera, no podría explicar. Es tan fructífero, es de tantos colores y tiene tantísimo matices que no se podría entender la dimensión ni la importancia que yace en el. Quisiera explicarlo. Quisiera que mi ocio tuviera sentido para la sociedad, y sin embargo, soy condenada. Sé que ahora no entienden, pero ya van a a entender.

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